Por Francia. (Cuarta parte). París et Le Parc De Lormoy (Longpont-sur-Orge)

Es grande París. Hay gorriones y palomas, también estorninos y cornejas. Que raro se hace ver y oír a las cornejas en las ciudades del centro y norte de Europa. Una garza real descansaba en un estanque al pie de la Torre Eiffel, entre el bullicio de una tarde de domingo. De todas formas no visitamos sus grandes parques, en los que podría haber visto algo más.

En La Cité, delante de Notre Dame, los turistas no eran los únicos que hacían cola, los gorriones también esperaban para comer de la mano de los turistas. En Montmartre, sin embargo, un panel exponía claramente varios motivos por los que se recomendaba -o prohibía, no recuerdo- dar de comer a las aves, entre otros por la propia salud de estas, al originar mayores concentraciones de sus poblaciones.

En el Jardín de las Tullerías una torcaz parecía portar un cartel publicitario, pero no -lo que faltaba, publicidad hasta en los pájaros-, se trata de un tipo de marcaje que permite hacer un seguimiento de estas aves. En Madrid también he visto algunas palomas domésticas con marcas similares.



En el vídeo os habréis dado cuenta de que Montmartre es un barrio muy romántico.

Nos alojábamos a 30 kilómetros de París, junto al pueblo de Longpont-sur-Orge. En Longpont-sur-Orge hay un parque con aires de campiña, le Parc de Lormoy. El último día, al amanecer, aproveché para dar un paseo. Un riachuelo parecía ser el eje principal del parque, a primera hora este quedaba oculto por una neblina baja. Por encima de esta, una hembra de cernícalo voló desde los prados hasta la vieja iglesia. En uno de los lagos había una garza real, una familia de somormujos y un cormorán grande y, en el río, entre otros pajarillos, currucas zarceras, carriceros comunes y tal vez se me escapó alguna buscarla.


Una rata almizclera (Ondatra zibethicus) comía en medio de la corriente y un pequeño bando de cotorras de Kramer (Psittacula krameri) se posaba en los chopos próximos. Tanto la rata almizclera como la cotorra de Kramer son especies exóticas con carácter invasor y por tanto dañinas, o potencialmente dañinas, para los ecosistemas que colonizan fuera de su área natural de distribución, los anglosajones los llaman "aliens", y todavía vería alguno más en nuestra estancia por Francia.

Araña avispa (Argiope bruennichi)

La hembra de la Araña avispa monta guardia en su tela construida entre el pasto verde. Junto a ella otra araña mucho menor, se trata del macho. Stabilimentum o stabilimenta es el nombre que recibe esa especie de "remiendo"o decoración en la tela que se ve en parte debajo de la araña. Hay varias hipótesis que tratan de explicar su función, una de ellas es que al parecer esa estructura refleja la luz ultravioleta y la luz uv atrae a muchas especies de insectos. Otra hipótesis defiende que sirve de camuflaje para las arañas situadas en medio de la tela y, según otra, su posible función sería la de atraer al macho cuando la hembra se encuentra lista para reproducirse.



Una de las escenas que más me sorprendieron de París fue la de unos corzos y una garduña tras los cristales del escaparate de una tienda de ropa en les Champs-Élysées, por supuesto naturalizados.

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