En busca del invernante irregular.

 Braojos, Sierra Norte de Madrid, 30 de enero de 2013.


En invierno la península Ibérica acoge innumerables aves invernantes, petirrojos, lavanderas, pinzones, jilgueros, zorzales... y ninguna cruza la frontera con papeles, como es natural, pero no me estoy refiriendo a eso.

A últimos de enero me acerqué a Braojos a darme una vuelta, uno de mis propósitos era buscar escribanos cerillos, un pajarillo del tamaño de un gorrión con un bonito plumaje amarillento en los machos. No cría en Madrid donde es un invernante escaso, considerado regular, a pesar de que las observaciones que se tienen son muy escasas, por mi parte y dado que muchos años me paso sin verlos, para mi es un verdadero invernante irregular. Sólo una parte de las aves que residen en el norte son viajeras. De Alemania es tal vez mi última cita de esta especie y fue un 24 de enero. Es un pájaro de comportamiento cauteloso y las hembras pueden ser muy difíciles de distinguir del escribano soteño, especie más común. Cuando repaso mis cuadernos de campo, más de 25 años de anotaciones, me encuentro con la frustrante situación de que en un buen número de observaciones no he sido capaz de tener la seguridad de que se trataba de un cerillo y no un soteño.

Al mediodía hago un recorrido que me lleva por un par de puntos en los que he observado antiguamente cerillos en estas fechas. Los dos coinciden en ser áreas abiertas, de pasto, con lindes arboladas, donde los ganaderos reparten paja a las vacas y donde fringílidos, gorriones y escribanos acuden también a alimentarse.

 Tal como hoy, el 17 de enero de 2007, tampoco tuve suerte con los cerillos.

No aparecieron, una pena pues como ya he dicho son unos pájaros muy bonitos. Pero en la busqueda si pude ver otros ilustres invernantes, al inicio del camino las voces alborotadas de unos gansos en vuelo hicieron que levantara la vista en su busca, se trataba de dos grupos de ánsares enfilando hacia el puerto de Somosierra, serán unos ochenta, estamos en plena invernada y estos gansos silvestres ya han decidido que es hora de volver a casa. Más adelante tuve la suerte de toparme con un pequeño grupo de zorzales alirrojos. Los alirrojos son más fáciles de ver, esta especie es una invernante común, pero en mi mente ha adquirido también la condición de casi irregular, seguramente no merecida pues hay que tener en cuenta que en los últimos años no he pajareado con la regularidad de antes, soy yo el irregular. En todo caso lo cierto es que tampoco es un pájaro abundante en Madrid, no cría en España, y es una alegría verlo.

Para dar cuenta de mis viandas decido cambiar de entorno y me acerco al pinar. Nada más llegar un cuervo se deja ver a corta distancia, algo no habitual por aquí, pues suelen recelar mucho. Puedo distinguir bien que lleva algo en el pico, eso no es raro del todo, esta vez veo bien que ese algo tiene dos patas que le cuelgan. El cuervo se posa en la ladera de enfrente en unas rocas y empieza a comer, es un pajarillo, muerto, da la sensación de que acaba de capturarlo, su cabeza balancea inerme en cada picotazo. Antes de terminar con el pájaro el cuervo vuela llevándose unos últimos restos.


Decido acercarme para tratar de identificar a la víctima, la subida no es cómoda pero no tardo en llegar y así compruebo que se trataba de un pinzón vulgar macho (tomé fotos pero una cabeza sin cara no es agradable de ver). Los pinzones son pájaros abundantes y más ahora en invierno, pues además de los residentes nos encontramos con bandos de invernantes. He parado a comer, y desde donde me encuentro los pinzones son los pájaros más fáciles de detectar ahora, vuelan de un lado a otro. Al reanudar la marcha me paro a observar unos con los prismáticos cuando se posan en lo alto de un fresno, y junto a ellos descubro un macho de pinzon real, al acercarme también veo una hembra y pienso que debe haber alguno más entre el bando de pinzones que escapa de mi. El pinzón real es otro invernante escaso, y en mi imaginario pajaril también se encuentra entre los irregulares y creo que con justicia, es la segunda vez que lo observo en Braojos, y pocas citas más tengo en otros puntos de Madrid. Mientras, mucho más al norte, esta especie puede formar en invierno espectaculares dormideros de millones de ejemplares, en el invierno de 2010-2011 un dormidero así se disfrutó por primera vez en el País Vasco (http://macizodelgorbea.blogspot.com.es/2010/12/el-dormidero-de-pinzon-real.html).


El 17 de enero de 2007 también acabé en el pinar.

Finalmente me introduzco entre los pinos. Al caer la tarde se respira tranquilidad y ese aire de misterio que envuelve los momentos finales del día. Entre los troncos grises observo otra figura gris mal definida, con los prismáticos confirmo que es un corzo, un macho renovando la cuerna.