El zorrillo sediento, los "duendes" de la pradera y el exótico faisán

Verano de 2014, Madrid.


Está sediento el zorrillo. Bebe durante casi dos minutos, con cortos descansos a la sombra en un par de ocasiones. Tiene un aspecto juvenil e inocente, quizás demasiado delgado. Después acude a  la sombra de una vieja encina y se recuesta junto al tronco, completamente relajado. No puede evitar un estornudo y al final parece algo incómodo, no tarda en marcharse después de enfrentarse a un enemigo invisible que lo hubiera atacado por detrás. Resulta cómico, pero al mismo tiempo me produce cierta compasión su solitaria presencia en este mediodía de agosto.




A primera hora de la tarde un corzo huye. Huye del sol también. Se acerca a las sombras que acabo de abandonar. Corre y salta sobre el incomodo pasto sacudido por el viento,


se detiene jadeante antes de escapar de nuevo. El calor de finales de julio es insoportable.



El profundo pasto seco del verano puede ser protector a pesar de su aparente hostilidad. Otro corzo permanece de pie delante de un gran seto de zarzas y rosales. Cae la tarde y el sol de cara le debe cegar, estoy relativamente cerca. Unos minutos después sencillamente se echaba en el sitio y desaparecía de la vista. Me llamó la atención su calma, no lejos un paseante iba acompañado de un perro que daba carreras alocadas, había apostado que el corzo huiría. No es la primera vez que los veo eludir la presencia humana con total discreción, sin alarmas ni carreras. También pueden ser duendes fuera del bosque.



Es llamativo el perlado de su cuerna. Por la inserción de las rosetas pienso que puede ser veterano. 



Parece tomar el sol.

Otra tarde es una pareja de faisanes la que permanece oculta en el pasto. La hembra es prácticamente invisible y muy tímida. El macho no lo es tanto y finalmente sale de entre la maraña, demasiado confiado, demasiado acostumbrado a la cautividad. Son unas aves preciosas, pero hubiera preferido no verlos, no aquí.


Estas escenas son más habituales en los verdes paisajes de centroeuropa.


Los faisanes son propios de Asia y el extremo oriental de Europa. Su carne fue muy apreciada de siempre y los romanos iniciaron su liberación por Italia, Alemania, Francia y puede que ya en Reino Unido donde es muy común hoy día. En España se realizan sueltas repetidas en los cotos de caza, simplemente para dispararlos.

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