Trece kilómetros. Caminos viejos.

29 de noviembre de 2016. Sierra de Guadarrama.


Os dejo un corto reportaje fotográfico de una caminata que empezó ahí, cruzando un pequeño puente de piedra mimetizado por el tiempo casi hasta desaparecer.




El día no era desagradable pero aún así las nubes bajas desgarradas por el viento resultaban amenazadoras.


El alerce solitario merecía una parada. Se trata de la única conífera europea de hoja caduca. En España no aparece de forma natural. En los bosques de sus localidades de origen, en los Alpes por ejemplo, da un color espectacular a estos días de otoño. Aquí, entre las ruinas de un antiguo vivero, no pasa desapercibido en esta época.



La piña del alerce es diferente a la de “nuestras” coníferas.


Justo entonces cedió la niebla y decidí seguir la ruta hacia las cumbres.
Al alcanzar los 1.700 m de altitud, durante más de medio kilómetro me acompaña el rastro de una liebre, a veces de una zorra, y otras cruzan tejónes, una garduña, corzos y jabalís. También una ardilla.

Liebre y ardilla

Cuando supero el límite del pinar sólo observo huellas de liebres y zorros.
Las nubes se han anclado a la sierra un poco por debajo de los 1900 m. En un pequeño collado descubro un bando de zorzales. Hay zorzales reales y un mirlo capiblanco, también verderones comunes y otros pajarillos. Tras esta relativa sorpresa, y una vez llegado a este final de camino, el paisaje se convierte sin duda en el principal protagonista.




Mis mejores deseos para todos en 2017.