El tejón de la medianoche.

 Braojos, 4 de agosto de 2015


Casi es medianoche, me he detenido al asomarme a un área más aclarada, alumbro delante, a 50 metros, un tocón o una piedra no sé porqué me llama la atención,…espera, se mueve,… ¡sólo puede ser un tejón! Y ahí está, avanza con el hocico pegado al suelo, concentrado, comer es algo muy serio, hasta que encuentra una boñiga de vaca, -“oh, qué suerte”, parece pensar:



El tejón “ve” sobre todo con el olfato, también tiene muy buen oído, pero la vista no es su fuerte, aunque está adaptada a la oscuridad. Casualmente el día anterior leía en un blog “…todo organismo está sometido a la presión selectiva de ser lo más ciego que pueda permitirse…


Con la noche en calma ni me ve, aunque me ha mirado un par de veces, ni me huele. Me ha oído, estoy seguro, pero tal vez mis pasos suenen igual que los del ganado, un crujido múltiple de pasto y ramillas secas, de hojarasca, y hay vacas activas cerca. El caso es que me pude acercar a pocos metros sin que se alterara su comportamiento.

Escucho claramente los resoplidos con los que limpia sus vías nasales de tierra cada vez que escarba ayudándose del morro, y también puedo ver lo que parecen algún tipo de lesiones en el cuello. Tal vez sean el resultado de viejas heridas. Los machos pueden tener fuertes disputas por el territorio y sus mordeduras son terribles, no es raro que se ocasionen importantes heridas en la grupa y el cuello. Tras la cicatrización la piel queda muy engrosada e inelástica, lo cual por otra parte les confiere mayor protección en las siguientes disputas (http://www.badgerland.co.uk/help/emergency/treatment.html).

Su actividad durante la media hora que duró la observación se resume fácilmente: una continua búsqueda olfateando el terreno, moviéndose de forma imprevisible, parando a escarbar cada pocos metros y así conseguir algún pequeño bocado.






Al final empezó a mosquearse, puede que no viera normal que “una vaca” lo siguiera a todas partes. Fue el momento de separarnos. No podía pedir más. Tres horas antes, en la atardecida, un precioso y sigiloso gato montes cruzaba a pocos metros sorprendiéndome cuando llevaba poco tiempo de espera, y ahora, cuando estaba terminando mi día de campo, aparecía el tejón.


El de la foto no creo que sea el mismo gato de este día, pero tampoco estaba muy lejos.