Fin del verano. 2014.

20 de septiembre de 2014, Colmenar Viejo.

Tengo casi tres horas de caminata por delante, mi objetivo no es ver pájaros, pero es imposible no verlos. Pocas veces he visto tantos pajarillos de paso como en esta ocasión. El cielo no se decidía a dejar algún chaparrón y al final fue aclarando. La mañana estaba estupenda, transparente y sin viento. De inmediato los papamoscas, sobre todo cerrojillos (Ficedula hypoleuca), mucho menos los grises (Muscicapa striata) y enseguida no sé cuales fueron primero, tarabillas norteñas (Saxicola rubetra) o colirrojos reales (Phoenicurus phoenicurus).

Papamoscas gris

Tarabilla norteña

Colirrojo real, macho joven
No, a los colirrojos seguramente no los había visto antes en estos números, machos, adultos y jóvenes, hembras, sus persecuciones en cada zarzal. Más adelante aparecieron las collalbas grises (Oenanthe oenanthe) y las lavanderas boyeras (Motacilla flava). Algún mosquitero y por supuesto varias currucas, no quise entretenerme con ellos, pero pude distinguir bien algunas currucas zarceras (Sylvia communis).

Lavandera boyera venida del norte
Un alcaudón sí consiguió que me centrara, aunque me despistó rápidamente, pensé que no había visto bien, que tal vez fuera un papamoscas, pero poco después me tope con él otra vez, o con otro, no había duda, un joven alcaudón común (Lanius senator), este sí que es el último del año. Del resto de especies todavía seguiremos viéndolos durante algunos días o semanas, pero en números más discretos cada vez. Tienen por delante un largo vuelo hasta atravesar el Sáhara.

Alcaudón común joven

Golondrinas comunes
Pasan unas golondrinas comunes (Hirundo rustica) y veo fugazmente algún vencejo junto a un águila calzada (Hieraaetus pennatus). A cien metros levanta el vuelo otra águila calzada, de plumaje blanco, lleva en las garras un estornino escamoteado al bando, se aleja cuando cae sobre ella la primera, empeñada en apropiarse de la presa, la persecución es espectacular. La cazadora no suelta el estornino. Las dos rapaces parecían aves gemelas, sus plumajes nuevos, a veces como un espejo una de la otra, casi sincronizadas hasta el momento del desenlace.

Aguila calzada y vencejo

Aguila calzada
Fueron los últimos instantes del verano, de multitudes que nos abandonan hasta el próximo año. Hoy, 24 de septiembre, he tenido oportunidad de pasar el rato mirando currucas desde la ventana de casa. Anoche llovió flojo, llegó el otoño, y por la mañana los chopos tenían un movimiento no habitual. Ha sido un placer tener a la vista grupitos de currucas capirotadas (Sylvia atricapilla), machos y hembras, y junto a ellas, currucas mosquiteras (Sylvia borin) e incluso al menos una curruca zarcera. Todavía veo algunos papamoscas cerrojillos y mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus). En pleno Madrid.

Papamoscas cerrojillo
Curruca mosquitera, en unos olmos de falso aspecto otoñal, comidos por la galeruca.
Curruca capirotada hembra, esta mañana.
Toro, testigo de mis andanzas
PD. Todas las fotos de los dos días citados salvo las golondrinas.