Por Francia. (Primera parte). Aviones comiendo cemento.

A finales de julio, aprovechando un feliz acontecimiento familiar, atravesamos Francia en coche hasta París. No era un viaje de naturaleza, pero no todo fueron ciudades monumentales. Aparte de cortas estancias en zonas de la campiña francesa o en los grandes bosques próximos a París, hicimos dos paradas dedicadas a observar aves, la primera fue en La Plaine de Sorques junto al bosque de Fontainebleau, al sur de este, y la segunda en el Parque ornitológico de Le Teich y alrededores, en la Bahía de Arcachón.

Pero la naturaleza también la encontramos en las ciudades que visitamos, y no sólo bellos jardines o grandes ríos, sino también algo de fauna.

En la catedral de Toulouse habían habilitado un balconcillo a gran altura, con tablas (una caja nido imagino), para una pareja de cernícalos (Falco tinnunculus). Observamos a la pareja y como uno de ellos llevaba en las garras un vencejo (Apus sp.) recién capturado. Aunque acudía y se perdía en el interior del supuesto nido no pude determinar si tenía pollos, pues le vi salir llevando todavía el vencejo, aunque tampoco le vi comérselo. En la misma ciudad, por la noche, en el Garona, una cabeza asomaba ligeramente en el agua, del tamaño de un visón, nadó hasta perderse entre los barcos en la orilla ¿un coipú? No fue un mal día, al N de los Pirineos, antes de llegar a la autopista camino de Toulouse, habíamos observado un alimoche en vuelo y más adelante una nube de milanos negros sobre el río Garona.

Al N de Toulouse se encuentra un precioso pueblo llamado Rocamadour.

En la misma pared de un cañón fluvial se levantaban las casas y el santuario, y en lo alto un pequeño castillo con la iglesia. Observamos Buitre Leonado y Vencejo Real (Tachymarptis melba, antes Apus melba) -hacía años que no veía vencejos reales, creo que la última vez fue en Tarragona, en otro pueblecito espectacular, Siurana. Tienen buen gusto estos vencejos-.

La siguiente parada fue en Uzerche, una pequeña ciudad medieval.


Con el cielo cubierto, una temperatura sólo un poco más fresca, un bando de aviones comunes (Delichon urbicum) se posaba en una pared alta. Era una zona ajardinada del casco antiguo. Creí que descansaban, pero al poco comprobé que no. Picoteaban el cemento entre las piedras. Es muy probable que utilicen el cemento como material triturador en la molleja. Las aves ingieren arena, piedrecillas, para ayudarse en la digestión de alimentos duros. El avión común, con una dieta de pequeños insectos, mayoritariamente blandos, no necesita ayudarse de gruesos granos de arena o piedrecitas como otras especies, con la argamasa que lograban arrancar, tal vez directamente la arenilla de la mezcla, les será suficiente. En dos ocasiones, aunque hace años, también he observado a las golondrinas comunes en el suelo comiendo arena, imagino que con la misma finalidad.


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