26 de junio de 2010. Braojos de la Sierra.
Ha debido caer una gran tormenta durante la noche o tarde anterior. No se mueve el aire, amanece, la temperatura es muy suave. Me llegan olores muy especiales, la tierra mojada, el prado segado, el rastrojo empapado.
Son poco más de las seis y media. Los estorninos ya vuelan a los tejados con presas traídas de lejos, algunos cazan en el aire. Las oropéndolas se responden desde las arboledas próximos al pueblo, también veo una, seguramente hembra, cazando en vuelo como los tordos.
Tengo una idea aproximada de por donde me voy a mover, pero nada decidido. Mis pasos finalmente me llevan por terrenos abiertos, pastos recomidos salpicados de tomillos. Tengo ganas de ver a las terreras (Calandrella brachydactyla) pero no tengo éxito, tampoco veo a la collalba gris. Sí puedo ver una pareja de gorriones chillones con la ceba para los pollos, otra de cogujadas montesinas recolectando material para el nido, un bisbita campestre que parece molesto con las cogujadas y una alondra que canta y vuela a mi alrededor.
Este mosquitero papialbo parece recién volado, en la zona también una curruca zarcera volaba con la ceba para los pollos.
A las ocho y media, posado en un rosal, en un alto, me parece ver un cuco. Unos zorzales charlos comen cerca. Está muy lejos y me acerco. Cuando miro de nuevo no está, sigo avanzando y detrás de unas rocas vuela algo grande, primero pensé con ilusión en el alcaraván, luego “será una paloma”, finalmente “¡no puede ser, es un peregrino! El halcón se aleja, lleva una presa, algo de tamaño mediano. Me rodea por completo y vuelve para posarse en las rocas, junto al rosal donde me pareció ver al cuco, “vaya, ¿sería este el cuco?”
No es nada habitual ver un Halcón Peregrino por estos parajes, creo que son suficientes los dedos de una mano para contar las citas que tengo, nunca en esta época del año. Está a algo más de 200 m. Echo de menos el telescopio. No come, permanezco observándolo durante media hora y no baja la cabeza. A su alrededor se reúnen al menos una docena de zorzales charlos, el que más se le acerca estará a unos tres metros. Imagino que la víctima ha sido uno de los suyos.
O no tiene hambre, o me vigila, no se fia del todo. Camino de nuevo, alejándome, al principio tengo que dar un poco de rodeo, me paro a hacer unas fotos y cuando levanto la vista ha empezado a desplumar, no me quedo.
Sin flash
Este bombílido rubito (moscas abejas) descansaba en la flor de un cardo, había que aprovechar para hacerle un retrato. El halcón estaba muy lejos para una foto.
Este bombílido rubito (moscas abejas) descansaba en la flor de un cardo, había que aprovechar para hacerle un retrato. El halcón estaba muy lejos para una foto.
A la vuelta, más de tres horas después, me acerco al posadero del halcón. Calienta el sol e imagino que ya no estará. Así es, en su lugar hay una collalba rubia, un macho precioso, que vuela y se posa cerca de un alcaudón real. En la roca quedan unos pocos restos del zorzal charlo, puedo confirmarlo por las plumas del ala. Unas hormigas se empeñan en introducir algunas plumas de buen tamaño en su hormiguero para aprovechar la carne pegada al cálamo.
El Halcón se encuentra lejos de cualquier territorio de cría que conozca, y tampoco es un hábitat de nidificación adecuado. Pienso si estará soltero. Es adulto y creo que macho (si es que lo confundí con un cuco). En estas fechas los pollos de este año ya vuelan bien, pero aún no han iniciado la independencia, se entrenan y son alimentados por los padres, por lo cual, de estar emparejado, tal vez no tuvo éxito en la crianza.
El año anterior, desde finales de mayo a mediados de julio, pude observar un halcón peregrino en un encinar mezclado con cultivos de secano, en la zona centro de Madrid. Lejos de territorios de cría conocidos, en un ambiente y fecha en el que no esperas encontrarte con un halcón. También adulto y también posible macho. Todo lo que cazaba era para él.
Me pregunto si el peregrino de esta mañana no llevará por aquí una temporada.