Madrid, pie de sierra. 18 de octubre de 2012
Dicen que los corzos son los duendes del bosque, pequeños, graciosos, saben pasar desapercibidos en la espesura. En los dos últimos decenios su población ha aumentado mucho y han salido de los bosques, ahora los duendes son vistos con facilidad en áreas abiertas.
Situado en un alto mi vista alcanza una gran extensión de tierra y cielo, y con los prismáticos no tardo en localizar un grupo familiar, una madre con dos crías ya crecidas, dos hembritas. Pastan tranquilas, la madre pendiente de todo, las hermanas pendientes una de la otra. Para las jovencitas la formalidad tiene sus límites, siempre es tiempo de jugar, de buscarse, provocarse, pelearse, perseguirse o simplemente correr, saltar, desatar la energía, desarrollar sin saberlo las habilidades que necesitan para sobrevivir.
Me llaman la atención sus juegos, sobre todo los topeteos o mas bien cabezazos, pues no se les ven atisbo de cuernas. Me acerco un poco para tratar de confirmar que son dos hembras y para poder grabar con la cámara estos instantes, aunque sólo aparezcan como poco más que puntos en la imágen, no quiero alertarlas y tampoco quiero perder campo de visión. En los vídeos me siguen pareciendo hembras las dos.
Los juegos de las corcinas.
(En este enlace podeis ver cinco minutos de vídeo de donde he extraido las escenas anteriores.)
Cae la tarde, de vez en cuando recorro con la vista el terreno, así localizo otro grupo de tres corzos mucho más apartados, parecen madre y crías. Al final, con poca luz ya, a punto de abandonar mi posición veo un zorro a la carrera. Se ha acercado a otra pareja de corzos y se detiene, los corzos le miran, se les ve grandes, no parecen madre y cría, pero no distingo cuernas (en estas fechas algún macho puede haber desmogado ya). Uno de ellos encara al zorro y se lanza a perseguirle, poco más que un amago. El raposo huye lo justo y los corzos siguen su camino. El zorro insiste en acercarse y ahora los dos se lanzan tras él que los esquiva con rápidos giros alrededor de zarzas y retamas, sin abandonar la zona. Uno de los corzos da fin a las carreras y sigue su camino, el zorro se ha retirado unos pocos metros y espera mientras el segundo corzo lo vigila. Vuelve a acercarse y el corzo le encara otra vez, amaga con huir pero luego se lanza tras él, se repite la escena, giros y regates entre las retamas, hasta que el corzo deja la persecución y se aleja siguiendo los pasos del primero. Al poco rato el zorro también se aleja, para mi sorpresa a la carrera, quien sabe si buscando nuevos compañeros de juego.
(En este otro enlace hay un vídeo antiguo en el que se puede ver, aunque muy mal, una corza persiguiendo a un zorro. En este caso la corza iba acompañada de dos crías, aunque ya crecidas, lo cual explicaría su acción. Sólo hay un rápidísimo regate, pero es similar a los que se repitieron este día. El replay a camara lenta en el min 2'18'')
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